domingo, 12 de septiembre de 2010

SALAMANCA TIERRA DE TOROS, ALBERO DE LIBERTAD

Manifiesto leído hoy en la concentración convocada por la Federación de Peñas Taurinas de Salamanca "Helmántica" en La Glorieta:


“Salamanca, tierra de toros, albero de libertad”
AFICIONADO (leído por José Martín)
La afición a los toros es difícil de explicar. Es un sentimiento, una pasión. Ya lo decía el mismo Hemingway: “Toreo significa pasión”.
Aquí, en una tierra tan taurina como Salamanca, la mayoría de nosotros desde nuestra niñez tuvimos la suerte de asistir a los festejos populares que se celebraban en los pueblos de la provincia y a las corridas de la capital.
Desde entonces, nuestra cultura taurina se amplió, decantándonos por el toro pastueño o encastado, por el torero o el matador de toros, por una concepción torista o toreista.
Los toros son una expresión artística, son arte, sentimiento y por eso, muchas tardes en La Glorieta salto exultante en mi localidad agitando el pañuelo al viento o gritando ¡olé!
Y quiero seguir haciéndolo porque nadie tiene derecho a coartar mi voluntad, a que pueda gritar ¡torero!, a disfrutar de las hechuras y el trapío de un toro, a ver La Glorieta a rebosar. Porque Salamanca es y seguirá siendo tierra de toros y albero de libertad.
EMPRESARIO (leído por Marcial Villasante)
A finales del siglo XIX, la popularidad de los toreros asciende de forma similar a la de la propia Fiesta y las corridas, que hasta entonces eran auspiciadas por los poderes públicos, serán instituidas por la figura del empresario taurino.
Eduardo Pagés, Pedro Balañá, las casas "Chopera”, todos representamos a los empresarios de Salamanca, aquellos que defendemos y organizamos un espectáculo, una tradición, una expresión artística, una fiesta.
Año a año, para confeccionar cada feria contamos con las ganaderías de mayor renombre y posibilidades del Campo Charro, con los toreros del gusto de la afición, con cientos de profesionales, subalternos, picadores, mulilleros, areneros, monosabios, torileros…, sin los que la corrida no sería posible. Y queremos seguir trabajando puesto que nadie nos puede privar de organizar un espectáculo como es la Fiesta de los toros. Porque Salamanca es y seguirá siendo tierra de toros y albero de libertad.
GANADERO (leído por Juan Ignacio Pérez-Tabernero)
La tradición ganadera del Campo Charro data del siglo XVII cuando una veintena de ganaderos, la mayor parte de ellos de la comarca de Peñaranda, lidian toros en plazas tan señeras como Madrid o Bilbao. 
Pero el autentico resurgir se produce a finales del siglo XIX y principios del XX cuando don Fernando Pérez Tabernero, don Juan Manuel Sánchez Hernández, don Manuel Sanchez Tabernero, don Carlos Sánchez de Terrones y don Andrés Sánchez de Coquilla presiden en Castilla la Vieja la Unión General de Criadores de Toros de Lidia y con ellos surge una saga de ganaderos charros que, con el discurrir del tiempo, llevaron por emblema a todos los rincones del planeta taurino a Salamanca y al toro.
Quién no recuerda a don Gracialiano, a don Argimiro, a don Antonio o a don Alipio Pérez Tabernero. Acaso hemos olvidado a don Matías, a don Arturo y a don Manuel Sánchez Cobaleda. Qué fue de los toros de don Salustiano, de don Francisco y de doña Eusebia Galache Cobaleda, de don Eloy Lamamié de Clairac, de don Juan Sánchez de Terrones, de don Manuel Francisco Garzón, de “el Raboso” y de tantos y tantos otros que empeñaron su tiempo y su dinero simplemente por apego, devoción, afinidad y afición a un rito que se llama Tauromaquia.
Por esto y porque queremos seguir manteniendo viva la imagen del toro bravo en el Campo Charro, su cría y selección, no permitiremos que nadie nos prive de escuchar el berreo del añojo, de tentar a los erales, de intuir las peleas de los utreros y de disfrutar del señorío del toro. Porque Salamanca es y seguirá siendo tierra de toros y albero de libertad.
TORERO (leído por Víctor Manuel Martín)
Salamanca ha contado a lo largo de su dilatada vida taurina con cincuenta y nueve toreros charros de alternativa, cerca de una treintena de toreros de adopción, y más de un centenar de novilleros, hombres de plata y varilargueros.
Desde “El Fraile” y “El Salamanquino” hasta Juan Antonio Siro; desde ”Cuchareta” o ”Salinero” hasta Guillermo Barbero; desde “Chicarro” o “Veneno Chico” hasta Ángel Rivas, muchos son los que han vivido de la profesión de torero, a pie o a caballo.
“Pepe Amorós”, “Jumillano”, “El Viti”, “Chanito”, “Pallarés” “Julio Robles”, “Juan José”, “Cesterito”, José Ignacio Sánchez, Juan Diego, Domingo López-Chaves, Javier Valverde, Eduardo Gallo, mi hijo, “El Capea”, o yo mismo “El Niño de la Capea” representamos y hemos representado a esta tierra allí donde hemos toreado.
Siempre se dijo que Salamanca estaba encarnada por el arte de sus monumentos bañados por el dorado de su piedra de Villamayor, por el saber y el conocimiento de su Universidad y por los toros, los que pacen en el Campo Charro.
Así pues, no podemos consentir que se nos niegue a saborear en el albero de una plaza de un lance a la verónica, de una revolera, de un quite por chicuelinas, de la arrancada de un toro al peto del caballo, de un par de banderillas de poder a poder, de la poesía de un brindis, de un ayudado por bajo, de un derechazo, de un natural, de una estocada en el hoyo de las agujas, de la alegría, de la desilusión, del miedo o del fracaso de un torero.
Porque Salamanca hoy es más que nunca tierra de toros y porque por el albero de nuestra centenaria plaza de La Glorieta hemos de escuchar y gozar, hoy y siempre, de la palabra libertad. Disfrutemos y defendamos la Fiesta y nuestro Campo Charro. Gracias por asistir.

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